En Senegal, el ciudadano no vale nada

Un marroquí con un machete en la mano para intimidar a los subsaharianos
Ser senegalés es como ser apátrida, sin patria, sin nacionalidad, un vagabundo, sin dignidad. Más aún, ser senegalés es ser como un esclavo, como si en el país de Leopold Sedar Senghor, el Estado senegalés nunca hubiera abolido la esclavitud. ¿La prueba? El trato infringido a los ciudadanos senegaleses en Marruecos sin que el gobierno de Dakar mueva un dedo para denunciar la situación de sus ciudadanos en el reino de Mohammed VI.
¿Cuál es la razón del silencio de Senegal ante el salvaje tratamiento del que son víctimas los ciudadanos senegaleses que se encuentran en Marruecos con la esperanza de llegar algún día a Europa? Ello a pesar de que no están ahí para quedarse. Marruecos es sólo un país de tránsito y, encima, son tratados como una miseria humana, humillados, maltratados, torturados e insultados. Su situación ha sido con frecuencia denunciada por Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
El gobierno de Marruecos, a menudo acorralado ​​por las ONG internacionales, recurre a los civiles marroquíes para atacar a los inmigrantes subsaharianos cuya mayoría son de origen senegalés. La última vez tuvo lugar la tarde del viernes en el barrio de Boujalef, en Tánger, cuando cincuenta tangerinos, armados con machetes y cuchillos, atacaron a los inmigrantes subsaharianos y cinco heridos fueron ingresados ​​en el hospital. Por otra parte, y según la activista española de derechos humanos, Helena Maleno, que fue preguntada por el diario « El Mundo », la agresión a los subsaharianos tuvo lugar en presencia de la policía marroquí « sin que ésta intervenga », añadiendo que la pasividad de la policía es debida al hecho de que habían dado a los inmigrantes un plazo de 48 horas para abandonar Marruecos. Esta especialista en inmigración también fue gravemente agredida, insultada y tratada de « puta española, cristiana de mierda. Vete a Tinduf », le dijeron.
El barrio de Boujalef, situado a 10 km al sur de la ciudad de Tánger, ya ha sido escenario de enfrentamientos y ataques racistas contra los inmigrantes en diciembre pasado. En aquel entonces, fue la muerte de un joven camerunés de 16 años, Cedric, la que había encendido la mecha. El immigrante fue arrojado desde el 4 ° piso cuando la policía venía a buscarle a él y a otros subsaharianos.
Cabe preguntarse porqué estas cosas suceden a los ciudadanos de los países subsaharianos sin que sus gobiernos abran la boca para defenderlos. Y eso que estos países son los únicos que el rey Mohamed VI visita en sus safaris africanos. En estos países, valdría el ciudadano menos que en otros lugares? La respuesta es sí cuando se contempla lo que les sucede en Marruecos.

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