La tragedia de Melilla es responsabilidad de la UE

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La muerte de 23 inmigrantes en el enclave español de Melilla debería poner de manifiesto los fallos de la política de control de inmigrantes de la UE.

Numerosos medios de comunicación compartieron trágicas imágenes de la represión antimigrante en la zona fronteriza de Melilla, uno de los dos enclaves españoles en el norte de África, donde al menos 23 migrantes subsaharianos murieron el 24 de junio intentando cruzar la valla entre Marruecos y Melilla.

A pesar de las sangrientas imágenes televisadas de esta tragedia, el suceso en sí no fue una excepción, ni mucho menos. Se informa regularmente de relatos similares en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, en las costas del Mediterráneo o en el Canal de la Mancha.

De hecho, lo ocurrido en Melilla no es más que una recapitulación de una historia que el resto del mundo conoce demasiado bien.

Hace tiempo, Europa se jactaba de ser un faro de la ilustración. Incluso ocultaba sus designios imperialistas bajo el pretexto de « difundir la civilización ». Hoy en día, sin embargo, no queda mucho de ese barniz.

Sin embargo, el sueño europeo está muy vivo en las mentes de los emigrantes indigentes, ya que miles se embarcan en peligrosos viajes para sobrevivir a la pobreza extrema. En todo el sur del mundo, donde el colonialismo occidental sólo dejó desesperación y miseria, las gallinas están volviendo a casa para desovar.

Mientras tanto, Europa, al igual que el imperio romano milenios antes, está ocupada construyendo muros a través de sus fronteras. Uno de los primeros muros que se levantaron hace dos décadas fue el de Ceuta y Melilla, uno de los vestigios del colonialismo español en el norte de África.

Hoy en día, hay 1.000 km de muros en las fronteras de la Unión Europea. Cada año se construye uno nuevo. No hace falta decir que, a pesar de la construcción de estos muros en Melilla, la afluencia de inmigrantes va en aumento. El uso de muros, la vigilancia tecnológica y la violencia letal de las fuerzas españolas y marroquíes no han resuelto el problema de los migrantes.

La misma conclusión puede observarse en otras periferias europeas. Este fracaso no se puede esconder bajo la alfombra, ni siquiera cuando la UE gusta de recurrir a tácticas de gestión de la percepción, como hizo en su tratamiento muy selectivo de los refugiados ucranianos.

La política de la migración

Del episodio de Melilla se pueden extraer dos lecciones. En primer lugar, los inmigrantes y la migración se encuentran entre las cuestiones más importantes de la política internacional. Teniendo en cuenta la inestabilidad política en diferentes lugares, la desigualdad global y la crisis climática, no es difícil prever que la afluencia de migrantes seguirá aumentando. A medida que este problema crece, tiene mayor incidencia en las relaciones internacionales. Los vaivenes de las relaciones España-Marruecos y la tragedia humana ocurrida en Melilla muestran claramente esta correlación.

En mayo de 2021, más de 8.000 migrantes cruzaron a Ceuta y Melilla en cuestión de días. Unos meses antes, las tensiones entre España y Marruecos estaban a punto de alcanzar su punto álgido. La capacidad de miles de migrantes para cruzar el lado español de la frontera en muy poco tiempo se asoció a la negligencia intencionada de las fuerzas marroquíes en la frontera. La parte española también acusó a Marruecos de chantajear a los migrantes para que cruzaran la frontera.

Un episodio similar se produjo en la frontera entre Bielorrusia y Polonia en 2021, cuando los migrantes se reunieron y fueron acusados por la policía fronteriza, que llevó a cabo retenciones ilegales contrarias al derecho internacional y al propio código de derechos humanos de la UE. Entonces, los países de la UE acusaron al presidente bielorruso Lukashenko de chantaje. Por otro lado, Lukashenko no dudó en insinuar que la causa de la crisis eran las políticas de los Estados de la UE.

El enfoque de mano dura de la policía fronteriza marroquí contrastó con la actitud indiferente que mostró hace un año. En aquel momento, el flujo de inmigrantes provocó una crisis política en España. Tras este incidente en Melilla y Ceuta, España cambió su política de neutralidad en la cuestión del Sáhara Occidental a favor de Marruecos.

Por lo tanto, el celo demostrado por las fuerzas marroquíes fue puramente transaccional. Ahora tienen más razones para vigilar las fronteras con firmeza. Este capítulo, y muchos otros, muestran que el papel de los inmigrantes en las relaciones internacionales aumentará en los próximos años. Lamentablemente, esto significa que también habrá más violencia contra los migrantes.

La política de externalización de la UE

El segundo aspecto es que la tragedia de Melilla se hace eco del fracaso de la labor de la UE de « externalizar » su política de control de los migrantes a actores externos para mantener sus manos limpias.

Esta estrategia se reflejó en la brutalidad de la policía marroquí en Melilla, no en la española, mientras que no involucró directamente al gobierno español. Del mismo modo, los guardacostas libios, financiados por la UE, cazan a los migrantes en el Mediterráneo.

Mientras tanto, la violencia perpetrada por países fronterizos como Grecia, Hungría y Polonia se encubre como errores individuales a nivel local. En cierto modo, la UE también externaliza el problema a sus países fronterizos, aunque el coste humano sea terrible.

Una investigación conjunta de influyentes medios de comunicación como Le Monde y The Guardian reveló el alcance de los abusos. Según el informe, Grecia esclaviza a algunos inmigrantes ilegales y los utiliza a la fuerza para atrapar a otros inmigrantes, y los devuelve tras someterlos a abusos y torturas.

Los métodos seguidos por la UE y sus Estados miembros son sencillamente abyectos y ponen de manifiesto la hipocresía de Bruselas. Resulta irónico comparar el enfoque de la UE en este contexto con sus principios declarados de integridad, Estado de Derecho y garantías procesales.

En general, este problema se ha institucionalizado de diferentes maneras a lo largo de los años. Los países occidentales ven el problema de los inmigrantes a través del prisma de la violencia y la represión. En la situación actual, las organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos están casi ausentes del discurso occidental sobre los migrantes.

Dado que la discriminación y la violencia contra los migrantes aumentan cada día, todas las organizaciones de derechos humanos, los líderes de opinión y las personas amantes de la libertad de todo el mundo deben utilizar su influencia y su poder para oponerse al trato inhumano que la UE da a los migrantes.

AUTOR
Omer Sevim
Omer Sevim es investigador adjunto en el Centro de Investigación de TRT World. Tras licenciarse en el Departamento de Sociología de la Universidad de Boğaziçi, realizó un máster en Teoría Crítica y Estudios Culturales en la Universidad de Nottingham. Sus áreas de interés son el análisis del discurso mediático, el neoliberalismo, la inmigración y los estudios europeos.

TRT World, 07 jul 2022

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