Des questions demeurent sans réponse au sujet du piratage de Pedro Sánchez par le Maroc avec le logiciel Pegasus, du changement de sa position sur le Sahara occidental, et de son virage brutal contre Israël, autant d’éléments qui projettent une ombre sur Madrid.
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La cuestión del Sahara Occidental, la actitud de España frente a la entidad sionista y el escándalo del espionaje mediante Pegasus continúan persiguiendo al primer ministro español Pedro Sánchez.
Entre sospechas de chantaje por parte de Marruecos y crecientes tensiones con Tel Aviv, la política exterior de Madrid parece navegar en aguas turbulentas. En mayo de 2022, el gobierno español reconoció que el teléfono móvil de Pedro Sánchez había sido pirateado a mediados de 2021 por el software espía Pegasus, producido por la empresa israelí NSO.
Un ataque confirmado por peritaje, que resultó en la exfiltración de grandes cantidades de datos. Pero las preguntas esenciales siguen sin respuesta: ¿quién pirateó el teléfono del jefe del gobierno español, con qué propósito y, sobre todo, qué información fue sustraída?
Las sospechas se dirigieron rápidamente hacia Marruecos, acusado en múltiples ocasiones de utilizar Pegasus contra periodistas, opositores e incluso responsables políticos extranjeros. Rabat siempre lo ha negado, pero para muchos analistas europeos, el momento y las consecuencias del pirateo hablan por sí solos.
Solo unos meses después de ese pirateo, Pedro Sánchez realizó un giro espectacular: en marzo de 2022, Madrid abandonaba su histórica neutralidad y expresaba su apoyo al plan marroquí de “autonomía” para el Sahara Occidental, en desprecio de las resoluciones de la ONU y en detrimento del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Una decisión que provocó una grave crisis con Argelia, al tiempo que respondía a las expectativas de Rabat.
Muchos ven en ello la consecuencia directa de un chantaje vinculado a los datos extraídos del teléfono de Sánchez, una sospecha reforzada por la falta de explicaciones convincentes del gobierno español. Paralelamente, Pedro Sánchez se convirtió en uno de los más virulentos críticos europeos de la entidad sionista.
Tras haber reconocido al Estado de Palestina en mayo de 2024, multiplicó las declaraciones condenando los crímenes de guerra cometidos en Gaza. Según algunos analistas, este endurecimiento tendría una doble función: afirmar un liderazgo moral en Europa, pero también desviar la atención de la opinión pública española de los escándalos de corrupción que afectan a su partido, el PSOE, e incluso de las investigaciones que apuntan a su entorno cercano, en particular a su esposa Begoña Gómez.
Las revelaciones de un exoficial israelí
En una tribuna publicada por el Times of Israel, José Lev Álvarez, exsargento de la unidad “Ghost” del ejército israelí, sostiene que Sánchez gobernaría bajo la amenaza de un chantaje ejercido por Marruecos gracias a los datos recogidos mediante Pegasus.
Según él, “la vulnerabilidad” del primer ministro español explicaría tanto su alineamiento inédito con la posición marroquí respecto al Sahara Occidental como su creciente hostilidad hacia la entidad sionista.
Estas revelaciones reavivan un debate ya candente en España: ¿actúa Pedro Sánchez con libertad en sus decisiones diplomáticas, o bien sus elecciones están dictadas por presiones exteriores ligadas al espionaje de su teléfono?
Entre un Marruecos sospechoso de ejercer chantaje, una entidad sionista irritada por el reconocimiento del Estado de Palestina y una Argelia en conflicto con Madrid, la posición de Sánchez sigue debilitada.
El escándalo Pegasus, lejos de estar cerrado, continúa proyectando su sombra sobre la credibilidad de la diplomacia española y sobre la propia estabilidad de su gobierno.