Etiquetas: Marruecos, Mohamed VI, Le Monde, hermanos Azaitar, príncipe heredero Moulay El Hassan, Aziz Akhannouch
Algo huele mal en el Reino de Marruecos. El soberano marroquí, Mohamed VI, que ocupa el trono de su país desde hace 26 años, se encuentra en el centro de una controversia. Sobre su comportamiento, sus amistades, su relación con el poder y finalmente la perspectiva de su sucesión, el hijo mayor del difunto rey Hassan II sigue siendo un misterio.
Por una vez, el periódico francés Le Monde ha intentado romper esa coraza. Bajo el evocador título «En Marruecos, una atmósfera de fin de reinado», el diario francés realizó una inmersión en la familia real (en seis episodios) y describió escenas que el común de los mortales no podría ver fácilmente.
Esto se nota sobre todo en lo relativo a su verdadero estado de salud. Sin dar muchos detalles, la publicación recordó imágenes de un hombre totalmente incapaz de realizar la oración del Aïd; una imagen que contrasta con la de un soberano montando en su moto acuática en las costas de Marruecos, lo que tranquiliza un poco a sus súbditos.
Solo que esta imagen no es nada grave en comparación con otras situaciones en las que el rey se ha visto enredado. Le Monde observa además que, tras años de ausencia durante los cuales viajaba a países tan lejanos como Malasia, Indonesia, Gabón o, como solía hacer, a sus distintas propiedades en Francia, Mohamed VI volvió a la escena política de su país en 2022. ¿Por qué?
Porque ese año, el prestigioso periódico británico The Economist hizo una revelación que estuvo a punto de poner en peligro al Reino jerifiano: el Rey de Marruecos mantenía extrañas relaciones con los hermanos Azaitar, campeones internacionales de artes marciales establecidos en Alemania.
«La élite marroquí se indigna por el arribismo de esta fratría de modales ostentosos y con antecedentes judiciales en Alemania, según la prensa de ese país. Los hermanos Azaitar aparecen en las redes sociales junto a Mohamed VI, o bajo su retrato, mostrando sus bíceps hinchados, sus relojes de lujo y sus coches relucientes (Ferrari, Bentley, Rolls-Royce, etc.), regalos de su amigo real. Mohamed VI incluso les puso a disposición un palacio perteneciente al dominio real, en Tánger, para que instalaran allí un club deportivo», señala el diario, insinuando, sin decirlo abiertamente, que el soberano podía tener relaciones dudosas con los deportistas, cuya influencia los llevaba incluso a inmiscuirse en los asuntos políticos del Reino.
Con el tiempo, los hermanos Azaitar, y su padre, se hicieron más discretos tras las revelaciones del semanario británico. Y Mohamed VI terminó por «comprender» que debía permanecer de vez en cuando en su país. Sumadas, estas desventuras llevaron al Majzén a ver la necesidad de retomar las riendas. Entonces surgió la cuestión de la sucesión. Está establecido en la dinastía alauita que es el hijo mayor del rey en ejercicio quien debe tomar el relevo.
Ese hijo es Moulay Hassan, de 21 años, fruto del matrimonio del actual soberano con la princesa Lalla Salma, de la que se divorció en 2018. Pero el Majzén no quiere dar la impresión de que el rey está acabado. Para ello, las relaciones internacionales no son patrimonio exclusivo del príncipe heredero y de su hermana.
Las hermanas y hermanos del Rey, así como sus primos, son enviados con frecuencia a representar al Reino en encuentros internacionales. Si bien no está realmente acabado, el rey de Marruecos tampoco ha abandonado los negocios. Es uno de los hombres más ricos del mundo pese a la pobreza de su país. Peor aún, deja que su primer ministro, Aziz Akhannouch, haga negocios a costa del Estado. «En los últimos años, Marruecos ha visto acelerarse el ascenso de oligarcas decididos a prosperar en un capitalismo rentista y de connivencia.
Aziz Akhannouch, a la vez jefe del gobierno y primera fortuna del país, es la figura emblemática: su grupo, Akwa (distribución de hidrocarburos, inmobiliaria, medios, energías renovables…), obtuvo en 2024 el contrato de desalinización de agua de Casablanca en condiciones denunciadas por sus críticos como un claro “conflicto de intereses”», señala el diario, que prosigue su investigación sobre otras facetas del Reino jerifiano.
Fuente: L’Est Républicain
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