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La cueva de Cervantes sigue siendo uno de los lugares más enigmáticos de Argel. Se encuentra en las laderas boscosas del barrio de Belouizdad, junto al Jardín de Pruebas de Hamma.
Discreta y casi olvidada, está, sin embargo, ligada a uno de los nombres más ilustres de la literatura universal. Fue aquí, en 1577, donde Miguel de Cervantes, entonces cautivo de los corsarios de Argel, se refugió en un último intento de escapar. Capturado en el mar dos años antes, el escritor español estuvo encarcelado en Argel durante casi cinco años. Intentó huir en varias ocasiones, pero no tuvo éxito.Cervantes
Vistas impresionantes de la bahía de Argel
Durante su segundo intento, se escondió en esta cueva natural, acompañado de una docena de otros esclavos cristianos. Allí esperaron en vano una embarcación que se suponía que los llevaría de vuelta a España. Traicionados, fueron recapturados y devueltos al cautiverio. No fue hasta 1580, después de que se pagara un rescate, que Cervantes recuperó su libertad. Hoy en día, la cueva todavía está allí, tallada en la roca, discretamente señalizada por una reja y unos pocos escalones.
Su acceso, sobrio y silencioso, ofrece unas vistas impresionantes de la bahía de Argel. El lugar, cargado de historia, invita a la reflexión y a la imaginación. Uno puede vislumbrar la angustia del fugitivo, la tensión de la espera y, tal vez, en este silencio mineral, los primeros ecos del genio literario que vendría.
Con el tiempo, este rincón poco conocido de la capital se ha convertido en un pequeño santuario de la memoria, un símbolo de resistencia, esperanza y creación. A la sombra de los árboles y las leyendas, la cueva de Cervantes sigue haciendo resonar los pasos de un hombre que soñaba con la libertad, en un Argel que ya llevaba la promesa de historias inolvidables.
Fuente: Horizons