El « camaleón » de Madrid

España, Argelia, Sahara Occidental, Gas, Pedro Sánchez, José Manuel Albares,

En un momento en el que Europa, en guerra con Rusia, lucha por liberarse del dominio del gas de Putin, la España de Pedro Sánchez recurre a Moscú. Esto es el colmo de la traición.

Brahim TAKHEROUBT

En aras de la honestidad, hay que reconocer que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hace milagros: es una persona capaz de marear una veleta. ¿Acaso no envió hace unas semanas a su ministro de Asuntos Exteriores, Albares, a Bruselas con la esperanza de involucrar a la Unión Europea en una crisis bilateral con Argelia? Para dar más contenido a su maniobra, ¿no mencionó la « mano de Putin » detrás de la decisión de Argelia de suspender su tratado de amistad, como si Argel se dejara dictar en sus posiciones soberanas? Y como el Presidente del Gobierno español tiene un paladar sensible al sabor de los bocadillos, está dejando caer otro aún mayor. Después de la UE, intenta vender la amenaza rusa a la OTAN.

El ministro de Asuntos Exteriores utilizó toda su mendaz retórica en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid los días 28, 29 y 30 de junio para convencer a los miembros de esta alianza atlantista de la gravedad de las amenazas surgidas en el flanco sur de la OTAN. Volvió a hablar de la « mano rusa » detrás de la desestabilización del norte de África y el Sahel. Utilizando mensajes codificados, aludió directamente a Argelia, lo que significa que estas amenazas procedentes del « sur » utilizaban la cuestión de la migración y la « energía como armas de presión ». Sobre estos elementos inverosímiles y tesis inconexas, Sánchez y Albares han construido su « castillo de naipes », como en la serie de televisión americana, ¿para engañar a quién? ¿Opinión internacional? No sigue al Madrid en su ilusión. ¿Engañar a la oposición española? Este último no se lo toma a guasa.

Peor aún, acaba de descubrir, con asombro, que todo este tiempo el gobierno español estaba pactando con Moscú. Un hecho triste. Según el gestor de la red de gas española, el 24,4% del gas importado por España procedió de Rusia el mes pasado, frente al 29,6% de Estados Unidos. Argelia, que durante mucho tiempo fue el principal proveedor del país, sólo representa el 21,6% de sus importaciones. ¿Cómo se atreve alguien a exigir la « plena solidaridad » de la OTAN, después de haberlo hecho con la UE con semejantes mentiras? En Bruselas, la información se sintió como una puñalada por la espalda. En un momento en el que Europa Occidental, en guerra con Rusia, lucha por liberarse del dominio del gas de Putin, la España de Pedro Sánchez recurre a Moscú. ¡Qué nervios!

Ahogado en sus propias contradicciones, el angustiado presidente del Gobierno español busca una salida. Una vez hecha pública su traición, hizo reaccionar a su ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que pidió a los grupos energéticos del país que « redujeran al máximo » sus importaciones de gas ruso. A diferencia del petróleo, el gas ruso no se ve afectado por las sanciones europeas adoptadas a raíz de la operación militar rusa en Ucrania, pero « es conveniente buscar alternativas », insistió.

Si el gobierno de Sánchez está recogiendo las culpas de la oposición en casa, este nuevo giro provocará sin duda reacciones a nivel internacional. El « gas-gate » ha acabado con la poca credibilidad que Pedro Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores, Albares, tenían hasta ahora con sus aliados occidentales. No se puede hacer la guerra con un aliado traicionero. La diplomacia de la mentira siempre acaba derritiéndose como la nieve al sol. Durante su viaje a Bruselas en busca del apoyo de la UE contra Argelia, el MAE español declaró, sacando pecho, que se había reunido con el vicepresidente de la Comisión Europea para la política comercial, Valis Dombroyskis, y con Josep Borrell, alto representante de la UE para la política exterior (miembro activo del partido gobernante en España, el PSOE), que era Rusia la que había empujado a Argelia a « atacar económicamente a España ». Basta con completar su argumento con « las últimas visitas de Lavrov a Argel » para explicar esta amenaza contra Europa desde el sur. Mientras que todo el mundo sabe que la verdadera razón de esta crisis con Argelia se debe al inesperado giro de Madrid sobre la cuestión saharaui, sin haber informado previamente a su socio argelino como exigen las disposiciones del famoso tratado suspendido. ¿Tendrá ahora Pedro Sánchez que explicar a la opinión española e internacional quién inspiró su acercamiento a Moscú? ¿La « mano de Argel » quizás? ¿Quién sabe?

L’Expression, 14/07/2022

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